Y ahora llegamos a un punto donde la teoría con la práctica no se atraen. Como ya he comentado, los conocimientos que los alumnos adquieren son de distinta epistemología y todos ellos influyen en el proceso de aprendizaje. La función del profesor es aprender a trabajar con esos conocimientos, ya que todos sirven y son utilizados por los alumnos, pero ¿que sucede cuando el conocimiento cotidiano no coincide con el conocimiento científico?, ¿ se debe eliminar uno para que exista el otro?
Antes de leer estos textos, mi respuesta era sí, si el conocimiento fue mal aprendido ya sea porque la información entregada fue errónea o ambigua, deberíamos hacer todo lo posible para que el alumno olvide ese conocimiento e incorpore uno nuevo, un poco más científico, estudiado y comprobado. Sin embargo, estas prácticas tan típicas en las aulas, hacen que los alumnos no aprendan o desechen nuestros conocimientos para volver a lo que siempre les ha resultado, probablemente sin saber por qué. La idea no es sustituir un concepto por otro, sino hacer que los alumnos gradualmente vayan explicitando sus reprensetaciones de un contenido.
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